En la entrada de hoy no vamos a hablar de fútbol, pero sí haremos un símil futbolístico. Cuando vemos un partido, todos somos entrenadores. Todos quitaríamos o pondríamos a este o al otro jugador. A veces, también somos jugadores, y en vez de pasar hubiésemos chutado a puerta.
En nuestro trabajo, a veces también nos encontramos con algunos clientes que son entrenadores. Incluso jugadores. Nos hemos encontrado con clientes que, además de su negocio, saben también del nuestro. O eso creen.
Cuando un cliente viene y te expone una necesidad audiovisual, algunas veces el cliente viene ya con una idea más o menos preconcebida. Lo ideal es que esa idea sea buena. Pero a veces no lo es. Y sucede que a veces es complicado diferenciar la línea que separa por un lado las ganas de agradar a un cliente, y por otro de realizar lo que de verdad crees que va a funcionar. Generalmente, cuando esa línea no se respeta, todo el mundo sale perdiendo. El cliente acaba teniendo un producto que no le satisface. Y lo peor es que tú lo has realizado sabiendo que no iba a salir bien. Hablamos de clientes que quieren un vídeo corporativo de 4 minutos, pero te dan un texto para locutar que leído de corrido y sin respirar dura 9 minutos con obra y milagros. De clientes que te llaman para que hagas la fotografía de un spot, y te mandan para realizarlo al de márketing, que no parece haber realizado mucho en su vida. O incluso de novios que te contratan para el vídeo de su boda porque les gusta tu estilo, pero te traen un guión de 5 páginas especificado plano a plano.
Después de intentar agradar mucho, después un par de trabajos que no han llegado a ver la luz, y de algunos otros que, saliendo, no han sido del agrado del cliente, aquí hace tiempo se tomó una decisión: zapatero a tus zapatos.
Por suerte, son los menos, y lo cierto es que, evidentemente, sí necesitamos al cliente para elaborar el proyecto. Se celebran reuniones, se hacen proyectos y revisiones de los mismos hasta llegar al ok.
Señor cliente: haremos lo posible por llegar a un acuerdo. De hecho, debemos llegar a un acuerdo. Pero déjese asesorar por profesionales. Y si no llegamos a acuerdo, no pasa nada. Simplemente nosotros no somos su proveedor ideal. Aquí estaremos por si en el futuro considera que sí lo somos. Pero no realizaremos algo que creemos que no va a funcionar.