Renovarse o morir. Es una máxima aplicable a muchos (¿todos?) los aspectos de la vida.
– ¡Hola! ¿Venís este finde a casa y os enseñamos nuestro vídeo de boda?
– Hola. Sí, esto…igual no vamos a poder, ¿eh?
Recuerdo cuando hacíamos vídeos de boda que duraban una hora. Y si duraba menos, el cliente torcía el gesto. Luego decidimos rebajar la duración a unos 35 minutos. Costó, pero lo clientes finalmente comprendieron que más largo no es lo mismo que mejor.
Y desde hace algún tiempo, hemos vuelto a evolucionar. Nos hemos centrado en las emociones y hemos prescindido de metrajes largos, de la literalidad e incluso de la linealidad.
Emoción pura.
Vuestros amigos ahora sí querrán ser invitados a cenar para ver reportajes de 15 minutos que son pura emoción.
Es nuestro Vídeo Prime.