Estamos en tiempos de poder aspirar a la perfección técnica. Los medios de producción audiovisual se han democratizado y no es difícil acceder a material profesional.
Grúas, sliders, trípodes y demás chismes pueden dar planos perfectamente estáticos. Pero hace falta tiempo para preparar cada plano.
En reportaje social no abunda ese tiempo. La experiencia nos ha hecho prescindir de toda la caterva de gadgets que se pueden añadir a una cámara. Se nos acumulan en el almacén. El motivo es que para nosotros, lo más importante no es que el plano esté perfectamente estático. Lo importante es que no se escape el beso, el abrazo, la lágrima o el puñado de arroz.
Que nadie se equivoque. Claro que damos importancia a que un plano sea estable. Nuestros planos en reportajes de boda son los más estáticos que uno pueda esperar operando a mano desnuda. Ese pulso de acero que sólo la experiencia es capaz de dar lo transmitimos a la cámara directamente. Sin ingenios demoníacos que envuelven a la cámara. Nos gusta sentir la cámara en la mano. Su tacto nos pone.
Con la cámara a la mano estás en todos los momentos. Nada se escapa. Y ese leve movimiento orgánico de la cámara dice que hay vida. Delante y detrás de la cámara. Y si prestas atención, casi puedes sentir su respiración. Son vídeos de boda que respiran.