por Lisbeth Larson.
Mi nombre es Lisbeth Larson. Soy fotógrafa y voy a debutar como colaboradora de Media+Media con una entrada en su blog. Con algo que llevo tiempo reivindicar. Comenzar con una ruptura. Una ruptura con un dogma.
Foto: Robert Capa. 1947
Llevo vida y media escuchando las reglas de la composición fotográfica. Reglas.
- Identifica el centro de interés
- Rellena el encuadre
- Apóyate en las líneas
- La preferida de todos, la regla de los tercios
- El espacio negativo
- Frente y fondo
- bla
- bla…bla
- bla…bla…bla
Foto: Norman Parkinson. 1959
Y así hasta el infinito y mucho más. ¿Son válidas? Seguro. ¿Hay que seguirlas? No tan seguro. ¿Por qué parece que hay que conocerlas para ser buena fotógrafa? Yo tengo para repartir caramelos en cada una de esas reglas.
‘La Divina Proporción‘, libro que escribió Luca Pacioli hacia mil cuatrocientos noventa y seis sobre la proporción áurea y Don Leonardo. Mi cuatrocientos noventa y seis. ¡Mil cuatrocientos noventa y seis! Sólo cuatro años después de que llegase Colón a América. Pues con esas andamos.
George Field habla de la regla de los tercios en su libro ‘Chromatics‘ en mil ochocientos cuarenta y cinco. ¡Mil ochocientos cuarenta y cinco! ¿La Revolución Industrial no fue más o menos en esa época?
La explicación de todas estas reglas se basa en la lectura de la imagen, en cómo recorren los ojos la fotografía, en cómo dirigir la mirada. Pero ha llovido bastante. La enorme cantidad de impactos visuales que recibimos diariamente ha hecho que la mirada se haya transformado, adaptándose a la cantidad, calidad, estilos, etc. a los que estamos expuestos hoy, en dos mil veinte.
No sólo con imágenes fijas. La forma de consumo de vídeo también se ha transformado. Seguramente más que con las imágenes fijas. No sirven las reglas de hace cientos de años. Al menos no de esa forma tan dogmática. Con todo mi cariño y respeto a lo antiguo. Hoy no leemos igual las imágenes. Por tanto, y es una consecuencia, tampoco las creamos igual. El canon de belleza o de proporción varía con el tiempo, con el lugar, con la persona. Pero no importa, amigo fotógrafo, porque tienes tu dogma: ‘las reglas debes conocerlas, pero están para saltárselas’.
Foto: Rineke Dijkstra. 1992
Me recuerda a una conversación que mi madre y yo repetimos con frecuentia:
– Eso no me gusta. Lleva cebolla
– Sí, lleva un poco. Pero no se nota
– Si no se nota, ¿para qué la pones?
Yo no quiero reglas para poder saltármelas. Directamente, no quiero reglas. No en el arte.
Sé creativo. Investiga, prueba, equivócate, sufre, disfruta. No tienes por qué acatar unas reglas de hace más de medio siglo.
Si quieres reglas, siempre puedes crear las tuyas propias.