Es lo justo, ¿no?

Te pongo en situación. Fotógrafo/videógrafo que por esas cosas de la vida pierde el archivo de una boda. Un robo, una tarjeta que se estropea, extravía, un fallo humano…esta pesadilla bajo cuya amenaza vivimos los que nos dedicamos a esto se puede presentar de mil maneras. Precisamente por eso a veces sucede, porque este problema muta en su presentación y cada vez sucede de una forma nueva.

Ahora que estamos en situación, tranquilo. A nosotros no nos ha pasado y esperamos que no nos pase nunca.

¿A qué queremos referirnos? Al valor. El valor que damos a esos archivos que son el fruto de nuestro trabajo.

Cuando una pareja viene a contratarnos, después de conocernos, ver el estilo y algunos ejemplos de nuestro trabajo, llega el inevitable momento de hablar de la tarifa. No siempre, pero a veces sucede algo muy español. El regateo. Que si quítame esto, que si ajústate un poco.

Retomamos ahora el caso del foto/vídeo que ha perdido los archivos. Todos conocemos casos en los que la pareja se ha ido corriendo a poner una denuncia. En el juicio, entre lágrimas y sollozos entrecortados, todo el mundo trata de valorar la pérdida de ese irrecuperable material. Seis mil…diez mil…doce mil…claro, es que es un día irrepetible, vestidos, maquillaje, peluquería para la ocasión, lecturas desde el corazón y todos los momentos vividos, perdidos para siempre. El juez dice «son doce mil».

¿Cómo? A ver si lo entiendo. Cuando contratas, ochocientos, mil, mil quinientos te parece tan caro como para regatear, pero si lo pierdo, ¿automáticamente su valor se multiplica por diez? Que me lo expliquen.

Es más, que me cuente alguien algún caso en el que a la pérdida del bien contratado, el juez condene a pagar diez veces su valor. Creo que va a ser difícil de encontrar.

Entonces, ¿es justo reclamar doce mil euros por los recuerdos que no te dieron, pero sólo ochocientos si sí te los dan? Creo que uno de los dos precios no es un precio justo. Y creo que el precio que no es justo es el que cobramos, dado que esos clientes que reclaman fijan ellos mismos el valor del trabajo, cuando lo reclaman por esos doce mil euros.

Si me vas a pedir doce mil euros si pierdo el material, págame doce mil euros cuando me contrates. Es lo justo, ¿no?

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por Cristina Oller y Fran Lorite.

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