Peacho neologismo que me acabo de inventar para describir aquellas sesiones fotográficas improvisadas que podemos hacer con cosas que todo el mundo tenemos en casa (léase con acento vasco). A saber: un par de preciosas hijas, un dormitorio y un somier resistente.
Resulta que teníamos prevista hacer una sesión esa mañana, se torció y no pudimos hacerla. Pero teníamos muchas ganas de hacer una sesión, así que tocó improvisar: las niñas saltando en la cama, una suerte de life style doméstico muy socorrida.
¿Qué se puede aprender de esta sesión? Que un interior es un interior. Aunque parezca que hay luz suficiente, nunca la hay. Además, teníamos el handicap de que necesitábamos congelar un movimiento en el aire. Es decir, necesitábamos una velocidad de disparo alta. De al menos 1/500 s. Eso nos obligó a ISOs altas y a diafragmas abiertos. De entrada no pudimos usar la lente angular que teníamos prevista porque su máxima apertura es f.4. Acabamos disparando en vertical con otra lente menos angular pero con mayor apertura (f2.8) y a un ISO de 1250, exagerado para el objetivo de la sesión, que no es otro que los bancos de imágenes, donde es difícil que acepten una imagen disparada a más de 800 ISO. Al menos esa es nuestra experiencia.
Han pasado algunos meses y aun no hemos tenido ocasión de subir la sesión a las agencias de stock, por lo que no podemos contaros todavía si quiera si nos han aceptado el material. Lo que sí podemos contaros es que gracias a esa sesión pasamos una estupenda mañana en familia.
Este es el vídeo de la sesión.
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