Existen diferentes formatos de fotografía, y durante años, el estándar ha sido (y sigue siendo) el full frame, que es el tamaño de sensor heredero de la película de 35 mm (36x24mm) que popularizó la fotografía analógica. Aunque no era el único, y de hecho en el ámbito profesional se consideraba un formato pequeño comparado con el formato medio, sí que fue el más popular en la fotografía analógica.
Pero con la llegada del digital aparecieron otros tipos de tamaño de sensor más reducidos. Como pasó con el 35mm en comparación con el formato medio en la fotografía analógica, en un principio esos sensores más pequeños que el full frame estaban destinados a un mercado no profesional, para fotógrafos amateur que querían iniciarse en la fotografía y practicar sus fundamentos. Estamos hablando de los formatos de 2/3″, APS-C y micro4/3″
Lo que ha sucedido desde hace un par de años es que la evolución del digital ha conseguido que esos formatos menores alcancen prestaciones similares, y en algunos casos superiores a los de sus hermanas mayores, las full frame.
Y ahí andábamos nosotros, diez años ya con el sistema de Canon full frame, con nuestras 5D, unas máquinas estupendas y que han dado un rendimiento extraordinario. Pero llegó el momento de renovar (esto es así cada 4 años más o menos en fotografía), y habíamos echado el ojo a unas maquinitas que venían haciendo mucho ruido en el sector. Mirrorless o EVIL les llaman. Unos cuerpos de cámara sin espejo cuya principal característica es que no tienen un visor analógico, sino que cuando miras por el visor ves una imagen digital de la escena que vas a disparar. Es decir, puedes ver cómo va a quedar la foto antes de hacerla. Y eso nos parecía un ventajón.
Eso por un lado.
Por el otro lado, habíamos visto que los cuerpos de cámara de formato APS-C tenían un precio y un peso aproximadamente la mitad de sus equivalentes en full frame, con unas prestaciones similares.
Así que nos fuimos a conocer el mundo Fujifilm. Y nos enamoramos. Falling in love. Flechazo instantáneo. Qué diseño. Qué colores. Nos llevamos una Fujifilm X-T3 a casa para probarla. A las dos semanas teníamos otra más. Y luego una Fujifilm X-T30.
Después de un tiempo trabajando con ellas tanto en foto como en vídeo, pensamos que:
- no es una locura pasar de trabajar con full frame a APS-C. De hecho, muchos compañeros lo están haciendo.
- es verdad que al principio tienes sensación de maquinita pequeña, sobre todo si vienes de unos cuerpos pesados como los de Canon o Nikon. Cuesta ver a tu pequeña Fujifilm X-T3 como una cámara profesional…hasta que te sientas a revelar.
- el cambio del tamaño del sensor es un poco frustrante al principio, porque acostumbrado a romper los fondos casi sin querer con el full frame, con el APS-C cuesta un poco más, hay que volver a aprenderlo ya que las relaciones de distancia con el sujeto y con el fondo cambian, y también se hace necesario trabajar con ópticas más luminosas en general.
- Es verdad que el formato APS-C tiene un límite de megapíxels, ya que a mayor densidad de megapíxels, mayor ruido genera el sensor, y en ese sentido no puede superar a los sensores full frame, pero sí puede estar a un nivel similar o simplemente suficiente según el tipo de trabajo que realices
- Las principales ventajas vendrían del lado económico, ya que los cuerpos de cámaras APS-C cuestan algo más de la mitad que sus hermanas mayores en general, así como también las lentes. La otra gran ventaja es el peso: los equipos APS-C también tienen un peso muy inferior al de los equipos full frame. Y eso, después de 12 horas de boda, la espalda lo agradece.
En definitiva, no sabemos si es una locura o no, pero nosotros hemos dado el paso y estamos más que contentos. También te digo que si Fujifilm sacase al mercado una cámara full frame, igual hasta nos lo pensamos.
Todo esto y algo más te lo contamos en este vídeo
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